Oigo decir a la gente que la excarcelación de Iñaki de Juana, tras 18 años de cárcel, hubiera supuesto un fallo del sistema legal.
No es así. Nuestro sistema legal establece desde la Constitución que la cárcel es para reinsertar a los criminales, no para vengar los crímenes.
Al mismo tiempo, los que así hablan aplauden la decisión de los jueces del pleno de la sala de lo penal de mantener al ex dirigente etarra en prisión preventiva incondicional, aún a riesgo de que éste muera.
La otra opción era la propuesta por el Ministerio Fiscal que se pronunció, por razones humanitarias, a favor de que el recluso pasara de la situación de prisión preventiva incondicional a la de prisión preventiva atenuada en el domicilio bajo vigilancia policial y sanitaria.
Seguro que entre los que más aplauden se encuentran los que están en contra de la eutanasia (¿no están los jueces ayundándole a morir?), los que consideran el suicidio, además de un delito, un pecado (¿impiden los jueces con su decisión que se suicide?) y, por supuesto, los que están a favor de la pena de muerte.
Porque en definitiva eso es lo que han hecho los jueces, firmar una condena a muerte.